
Benidorm siempre ha tenido las puertas del mar abiertas al nacer a orillas del Mediterráneo. Sin embargo, a partir de la década de los 50, cielo le abre unas compuertas que desvelan nuevas posibilidades de futuro. Por un lado, están los excedentes de aviones que la Fuerza Aérea Británica había acumulado al final de la segunda guerra mundial; en segundo lugar, también tras la contienda, los trabajadores y las clases medias inglesas habían adquirido el derecho a disponer de vacaciones pagadas; y, en tercer lugar, las ganas que tenían los primeros turistas británicos por disfrutar del sol, las playas y de un ambiente tranquilo en su tiempo de descanso. El pequeño pueblo de marinos ofrecía a este incipiente turismo los elementos clave para escaparse a un paraíso idílico. Desde entonces, Benidorm no ha dejado de consolidarse como destino turístico. Y los británicos siguen llegando, ahora en condiciones muy distintas a las de sus abuelos. ¡Esta semana les propongo surcar los cielos y detenernos en curiosos momentos de la historia del turismo! ¡Síganme!
Tras la segunda guerra mundial se abre un amplio abanico de posibilidades que a Benidorm llegan por el cielo y que en la tierra no pasan desapercibidos, estuviera donde estuviera el aeropuerto más próximo porque, como dice el refrán: “A grandes males, grandes remedios,” a lo que estaban acostumbrados los vecinos de la localidad, siempre dispuestos, resolutivos y pioneros a la hora de hacer frente a cualquier problema. En este blog lo hemos visto reflejado en otras narraciones.
“Alea iacta est,” o lo que es lo mismo, “la suerte estaba echada,” para un pequeño pueblo de marineros del Mediterráneo cuando en Gran Bretaña las autoridades observan con preocupación el gran excedente de aviones, acumulados durante la contienda, con la correspondiente inversión que la construcción de estos había supuesto para el erario público y almacenaban en los distintos aeropuertos del país.

Las autoridades británicas analizaron el momento, la situación de un país y una sociedad que tenía ganas de dejar atrás el pasado y viajar a lugares alejados del mal clima que caracteriza la meteorología de las Islas incluso en verano. De ahí a que, técnicos e ingenieros de las Fuerzas Aéreas Británicas transformaran los aviones en stock en otros para el trasporte pasajeros, sólo había un paso y solo otro más para que en mayo de 1958, los primeros turistas británicos aterrizasen en el aeropuerto valenciano de Manises, tras casi tres horas de vuelo. Aún les quedaban otras tantas para llegar al destino elegido por la vieja N-332. Cruzaban el cielo, a travesaban parte del continente y luego recorrían la costa, entre baches y curvas, hasta llegar a un sueño llamado Benidorm. ¡El viaje merecía la pena, pues ante ellos se abría la bahía del pueblecito marinero, tal cual lo habían imaginado ¡
Eran familias trabajadoras, con pasaportes recién estrenados y sueños de mar. Habían conquistado el derecho al descanso y no había obstáculo, -ni aeropuertos lejanos ni carreteras polvorientas-, que les impidiera saborear sus días en aquel rincón soleado del Mediterráneo, donde las playas eran limpias, el tiempo se detenía, y la gente te sonreía con el alma.
La época dorada de la avización
El escritor inglés Charles Wilson (Reino Unido 1932), graduado en Lengua Española por la Universidad de Leeds y afincado en Benidorm, desde su jubilación en 1985. El hispanista autor de varios libros y artículos, entre los que destaca: “La industria turística: Los turistas ingleses en Benidorm a fines de los años 50 y 60.”En su crónica Wilson afirma: “Hablar del fin segunda guerra mundial supone hablar de los albores del turismo moderno en España, cuando el cielo abría a nuevas posibilidades.” Además, asegura: “Dos fueron los factores determinantes para que de miles de británicos eligieran Benidorm como destino vacacional. En primer lugar, después de la guerra el inglés medio tenía vacaciones retribuidas y había ido al extranjero y, en segundo lugar, en Gran Bretaña había un excedente de aviones construidos durante la contienda que se transformaron para trasportar pasajeros.” Otro de los factores que Wilson no olvida citar en su artículo, pero imprescindible para el éxito que tuvo Benidorm como destino turístico entre sus compatriotas: “era el mal tiempo que hacía en las Islas Británicas durante el verano.”
El cielo abren nuevas posibilidades, a las que las compañías aéreas no pasan desapercibidas, por lo que crean nuevas rutas: como por ejemplo vuelos directos que conectan Londres con Valencia. La reconversión de los aviones British European Airways (BEA) fue fundamental para el incipiente sector turístico británico, que las distintas compañías aéreas y tour operadores ya habían visualizado en el Mediterráneo y para que Benidorm se convirtiera en el paraíso soleado que los británicos buscaban para disfrutar de sus vacaciones.

Eran compañías civiles las encargadas de establecer rutas y fletar los aviones, aunque muchos de ellos, junto a las tripulaciones, provenían directamente de la BEA o de sus excedentes. El C-47 podía aterrizar en pistas más cortas y rudimentarias, lo que lo hacía ideal para aeropuertos como el de Manises (Valencia), que en los años 50 y 60 era una de las principales puertas de entrada del turismo a Benidorm y la Costa Blanca.
En la década de los años 50 y 60, la bautizada como “época dorada de la aviación,” los aviones tenían mayor espacio, lo que garantizaba un viaje más cómodo en cabinas, pasajeros y tripulación; en un principio eran vuelos pioneros que realizaban rutas de largo y medio recorrido, como las que conectaban Londres con España. Así lo recoge el artículo de Wilson: “Después de 1958 la flota de aeronaves mejoró, se ampliaron y se sustituyeron por otros a reacción, como el Boeing 707 y en 1960, la BEA empezó a mandar seis vuelos por semana de Londres a Valencia.”

En el fondo, en aquella época, el sector turístico era aún un espacio por desarrollar, una industria pionera en la que todos los eslabones de la cadena aprendían con la experiencia del día a día, aplicando la imaginación, siempre resolutiva, ante cualquier problema al tuviera que hacer frente. Para el escritor inglés: “En aquellos días los tours operadores, los dueños de los hoteles y su personal e, incluso, los turistas eran principiantes, aprendían el oficio mientras lo practicaban.” Nada era un obstáculo para aquellos primeros británicos que llegaban a un pequeño pueblo del Mediterráneo para disfrutar durante sus vacaciones del sol, sus playas y del encanto que lo rodeaba. En su artículo Wilson recuerda, “cómo el tour operador ‘Wings’ alojaba a sus turistas en el hotel Benidorm y en otras pensiones de una localidad, con muchas calles todavía sin asfaltar, rodeada de bancales de almendros, olivos y algarrobos, mientras terminaban de construirse dos hoteles más: el Avenida y Les Dunes, que abrieron sus puertas en 1957”.

El hispanista, además, subraya que: “ante la falta de camas en las que alojar sus clientes, tour operadores como Clarksons animaron a los hoteleros a añadir más pisos a sus hoteles o bien a construir otros,” -y añade-, “a algunos de estos empresarios les prestaron dinero para construir sus establecimientos sin pedirles intereses, pero, eso sí: fijaron el precio de las camas hasta muchos años después.”
El escritor inglés indica igualmente que “la mayor parte de los turistas ingleses que vinieron a Benidorm en los años 60 sólo tenían tres o cuatro días de vacaciones. Hoteleros que conozco me dijeron que estos primeros visitantes eran simpáticos, corteses y reservados, no como sus nietos. La mayoría era de clase obrera, pero se comportaban como damas y caballeros. Gastaban mucho más dinero que los turistas de hoy en día, daban buenas propinas”, y apunta-, “por supuesto, en los años sesenta había menos diversiones para los turistas que en la actualidad. Para llegar a las salas de fiestas (Bobby’s Bar, Sevilla y Las Vegas), situadas en las afueras del pueblo, en la Nacional-332, era necesario desplazarse en autocar o en taxi desde los hoteles en los que se hospedaban en primera línea de playa.”
Nada era obstáculo en los años 60, para que los primeros turistas británicos que elegían Benidorm para disfrutar de unas merecidas vacaciones, en su mayoría, familias de clase/media trabajadora que por primera vez podían permitirse unas vacaciones en el extranjero, gracias a las vacaciones pagadas y al auge del turismo de masas. Fenómeno impulsado y aprovechado por los tours operadores británicos, que ofrecían paquetes vacacionales, asequibles a destinos soleados como Benidorm.

Unos lotes que los tours operadores británicos organizaban, a través de vuelos chárter, que incluía alojamiento y visitas al mercado municipal, baños en la Playa de Poniente, visitas al puerto y recorridos por calles, como Tomás Ortuño y “Carreró dels Gats”.
Además, el entonces pequeño pueblo costero ofrecía una de las características más importantes y que diferencian a Benidorm de otros destinos turísticos: la hospitalidad de sus gentes, de los vecinos de una localidad que hacía sentir a los británicos como si estuvieran en su propia casa. Era también la época en la que se aprobó el plan urbanístico del alcalde Pedro Zaragoza, que permitió el uso del bikini y apostó por un modelo de ciudad vertical, todas variables clave para captar la atención del nuevo turismo internacional.

El aeropuerto de Alicante inicia una nueva era
El aeropuerto de El Altet se abrió al tráfico nacional e internacional, el 4 de mayo de 1967, ese día no sólo aterrizó en las nuevas pistas alicantinas un Convair Metropolitan de Aviaco, sino que además marcó el inicio de una nueva era para el turismo en la Costa Blanca.
A partir de ese momento, “la BEA empezó a enviar tres vuelos por semana desde Londres a Alicante, con aviones de reacción Trident que tardaban solamente dos horas y quince minutos en llegar, mientras, paralelamente, entre 1966 y 1970, se construían en Benidorm 96 hoteles,” puntualiza el hispanista.

El éxito del nuevo aeropuerto de la capital alicantina fue inmediato: en sólo tres años, el tráfico de pasajeros se disparó, en tan sólo cinco años, las instalaciones del aeródromo de El Altet eran insuficientes para dar repuesta a la demanda de vuelos y pasajeros, por lo que en 1972 se inaugura una nueva terminal en 1972, que en 1974 se amplió para incluir vuelos nacionales.
La expansión del aeropuerto de Alicante ha continuado a lo largo de estos 51 años que han pasado desde que en sus pistas aterrizara en 1974 el primer avión de Avico. Tanto es así, que en 2011 se inauguró una Nueva Área Terminal, capaz de atender a 20 millones de pasajeros al año.
La ampliación de la nueva terminal, supuso una inversión de 628,67 millones de euros, y tenía el objetivo de modernizar y duplicar la capacidad operativa del aeropuerto. La nueva terminal, además de aumentar la capacidad del número pasajeros, cuenta con una superficie de 333.500 m², 98 mostradores de facturación, 26 puertas de embarque y 16 cintas de recogida de equipaje.
El fiel turismo británico sigue “in crescendo”
Por su parte la gerente de la Fundación Visit Benidorm, Leire Bilbao, afirma: “El mercado británico sigue siendo, con diferencia, el más importante a nivel internacional en Benidorm,” -a la vez que añade-, históricamente muy vinculado al destino desde sus inicios como enclave vacacional, ha demostrado una fidelidad constante que se mantiene año tras año. En 2024, más de 895.000 viajeros británicos se alojaron en establecimientos reglados, lo que representa un incremento del 7,9% respecto al año anterior.”
Según los datos que maneja la Fundación el turismo británico: “los meses de primavera y otoño, su presencia supera incluso a la del mercado nacional, lo que refleja su contribución clave en la desestacionalización turística.”

Aunque tradicionalmente se asocian a la zona de Levante, el perfil del visitante inglés ha cambiado con el trascurrir de los años y, en la actualidad, “cada vez es más habitual ver a visitantes británicos en el centro y en Poniente, donde buscan un Benidorm más auténtico, de raíces locales, disfrutando especialmente de la gastronomía y del tapeo,”-para concluir diciendo Bilbao-, “su perfil ha evolucionado, activo y diverso, y en las vacaciones escolares el familiar se incrementa notablemente. Los datos de escucha social: el sol y la playa (23,9%) gastronomía (19,1%), ocio nocturno (15%) naturaleza (6,9%) o cultura (8,4%) son temas muy comentados por el público británico.”
Benidorm no solo ha resistido el paso del tiempo, sino que ha sabido reinventarse sin perder su esencia. La fidelidad del mercado británico es la prueba más tangible de ello.
Benidorm arranca el verano rozando el “lleno técnico”
Benidorm arranca la temporada alta con un junio de récord al registrar el mejor dato de ocupación hotelera, con un 90,5% de media, lo que lo consolida, una vez más, como el destino con mejores resultados de la Comunitat Valenciana, cerrando el mes de junio con una ocupación media del 89,5%, cifra que supera en más de dos puntos a la del año pasado, según datos ofrecidos por la patronal hotelera (HOSBEC).

La nota de prensa emitida por el sector alojativo empresarial también destaca: “El equilibrio existente entre turismo nacional e internacional, con una ligera ventaja para el mercado británico, que representa el 41,7% de las estancias en la segunda mitad del mes, seguido muy de cerca por el nacional, con un 39,6%. Portugal (4,9%) e Irlanda (2,3%) completan el grupo de mercados más relevantes, junto a Bélgica y Países Bajos.”

En cuanto a categorías, la planta hotelera de 4 estrellas mantiene una altísima ocupación del 91,2%, mientras que los hoteles de 3 estrellas también registran excelentes cifras, con un 89,3%, situando al conjunto del destino prácticamente al límite de su capacidad operativa.
Desde la patronal adelantan que las reservas registradas para la primera quincena “de julio se elevan a un 87,2% de ocupación, lo que confirma que Benidorm entra en el corazón del verano con su motor turístico a pleno rendimiento y con perspectivas sólidas de mantener el liderazgo en el litoral mediterráneo.”
*Artículo que recoge el libro: Benidorm i benidormers dels anys 60. Fotografías de Quico.